Todo proyecto parte de una creencia, de que algo sucederá, nos pasará, nos ocurrirá. Sin ello, la voluntad de hacerlo se desvanece. Visionar es trabajar en el futuro, en lo desconocido, pero desde el presente. Parir el futuro es una acto de amor, de deseo, de convicciones, de percepciones, de intuición y también de información, de análisis, de planificación.
La creencia siempre está fundada y opera como la partida de nacimiento de un proyecto, de una empresa, de un negocio, de una organización. A partir de ahí ordenamos nuestros pensamientos y acciones, nuestra estrategia para que las cosas sucedan en el sentido de alcanzar esa visión.
Hace muchos años, una desconocida empresa japonesa de electrónicos se fijo como visión “convertirse en la compañía más conocida por cambiar la imagen de mala calidad de los productos japoneses a nivel mundial”. Vaya si lo logró (Sony). Muchas veces quienes tienen que crear una visión empresaria para compartir con quienes trabajan en la empresa se embarullan demasiado o buscan cosas tan simples que no estimulan.
Crear una visión es sencillo si tenemos claro muchas cosas antes, y primero, en que creemos. Luego puede suceder o no, pero primero tenemos que creer para que los demás crean. Resumiendo, creer para inspirar en que algo concreto, alcanzable e importante podemos hacer juntos, podemos parir juntos.