En un momento donde se pone a prueba el liderazgo y su capacidad de reacción (y proacción) de una manera tan drástica y profunda, la humildad es una característica que asegura dejar atrás lo que no sirve e iniciar rápidamente nuevos planes sin perder la autoridad para realizarlos.
Los líderes humildes se caracterizan por tres cosas:
Primero, sintonizan su liderazgo de una manera efectiva y pragmática sin dejarse llevar por la autocomplacencia o la arrogancia.
Segundo, aseguran a sus colaboradores un lugar amplio de participación en las ideas y la acción.
Tercero, se permiten tomar riegos y equivocarse logrando así un espacio de prueba y error que con el tiempo los fortalece.
El mundo actual necesita de directivos, gerentes, colaboradores que sean humildes porque nadie conoce el final de la película. El camino se hace al andar y es mejor ser humilde cuando no se observa un horizonte despejado.
La crisis pandémica ha puesto a prueba lo mejor y peor de cada uno. Si lo mejor ha triunfado seguramente es porque detrás había un líder humilde que supo interpretar el momento y actuar con empatía (y valentía) para abordar las situaciones difíciles que hemos y estamos viviendo.
Los líderes humildes saben que no saben todo y también saben que todos podemos equivocarnos cuando el terreno es fangoso, inestable o frágil. Por eso, promueven el intento por el sobre-análisis y ayudan a sus equipos a ser resilientes por sobre todas las cosas. ¿Ser humilde es perder poder? La humildad es un valor, los valores se promueven. Si eres capaz de promover la humildad como un valor eso te empodera.
En sociedades verticalistas y fragmentarias la humildad puede operar como un disvalor porque lo que “paga” es la confrontación y la desunión. Sin embargo, y aún en este tipo de sociedades, la humildad también juega un rol importante: permite construir puentes para inspirar soluciones superadoras. Cuantas veces nos encontramos diciendo “en mi humilde opinión…”. Cuando queremos expresar algo e identificamos a la incertidumbre y el desconocimiento como lo preponderante del entorno, solemos resguardarnos en la humildad. ¿Por qué? Muy probablemente porque sabemos que podemos estar equivocados. Por eso digo, qué valioso que es la humildad de ser humilde.
Como reflexión final quisiera vincular a la humildad con la imaginación. Para poder imaginarnos el futuro y crearlo, primero tenemos que ser humildes en la lectura del presente. Sabemos el 1% del “todo”, ¿porque no deberíamos ser humildes a la hora de imaginar el futuro? Hoy más que nunca, el liderazgo tiene que ver con el futuro. Una vez, Einstein dijo: “Solo en la crisis la imaginación es más importante que el conocimiento”. Yo retomo su idea y propongo: “Solo en las crisis la humildad es más importante que el conocimiento”.