“Ya no sabemos que hacer con este problema, hemos tratado por todas las vías de resolverlo, pero en vez de mejorar, empeora”. Esta reflexión solemos escucharla en distintos ámbitos de la vida, en las empresas es muy usual que los problemas persistan más allá de lo necesario. El primer paso para comenzar a resolverlos es teniendo un buen diagnóstico que nos entregue las causas, antes que los efectos.
En ocasiones, la falta de claridad en la determinación de las causas originales, hacen que se cometan errores significativos que dilatan la solución.
Algunas preguntas guía para el diagnóstico son:
- ¿viene de afuera de la empresa?
- ¿tiene que ver con el modo en que siempre resolvimos las cosas?
- ¿lo provocamos nosotros con nuestro accionar del día a día?
Las respuestas para cada caso, en su orden, son: es el contexto, es la cultura, es la gestión. Los tres están en permanente interacción, afectándose mutuamente, no son variables aisladas, y eso hace difícil su interpretación.
Vayamos a un ejemplo práctico. Un agricultor con su ingeniero agrónomo cuando planean un cultivo considera al menos tres cosas fundamentales: a. las estimaciones de clima durante el período (contexto), b. las características de la semilla que utilizará (ADN o cultura) y c. el manejo que realizará en la siembra (gestión), crecimiento y cosecha de su cultivo. Mientras estos tres aspectos se verifican, está estimando unos determinados resultados en función que el contexto pronosticado se cumpla, el adn se exprese y su gestión se realice en tiempo y forma.
En ese corto período, una vez puesta la semilla, la única de las tres variables que puede trabajar es la última, las otras dos permanecerán exógenas a su control. Con ella intentará morigerar los efectos negativos y amplificar los positivos del contexto y el ADN.
En una empresa, cuando se presenta un problema, uno debería adoptar la mirada del agricultor y su ingeniero agrónomo (aunque la situación es más dinámica que en ese caso). El contexto no siempre es maleable por la empresa, y aún más cuando tiene poco poder de mercado, es el caso de las PyMes. En cambio la cultura empresaria y más aún la gestión, pueden ser modificadas, aunque con plazos distintos.
En cuanto al contexto, el desafío es tener una conducta proactiva en pos de adelantarse a los cambios que se verifiquen, de modo de poder accionar ante determinadas circunstancias.
En relación a la cultura y la gestión, tantas veces son tratadas como si fuesen lo mismo que los intentos de solución fracasan uno tras otro. Estos son los puntos más difíciles, por eso requieren de un trabajo previo de detección y caracterización para comenzar a actuar. En el corto plazo, dado que la gestión es la variable más modificable, se la utiliza para querer modificar la cultura, torcerla o confrontarla. En verdad, el trabajo es identificarla, reconocerla y apalancarse en ella, hasta tanto se puede cambiar (medio plazo) si fuese necesario.
Desarmar el modelo con el cual abordamos los problemas y comenzar a construir abordajes y por consecuencia soluciones de un nuevo modo, es un ejercicio para amar.