Hace algunos años las palabras emprender e innovar eran parte de un reducido círculo de empresas, hombres de negocios y espacios académicos. De un tiempo a esta parte se han movido como una avalancha, apareciendo en la visión y misión de muchas empresas y habiéndose transformado en objeto de las políticas públicas.
Los “animal spirits” (espíritu animal) descripto por el economista inglés J.M. Keynes y el proceso de “destrucción creadora” desarrollado por Joseph Schumpeter, marcan el carácter emprendedor e innovador que se requiere de los hombres de negocios en una economía capitalista. Sin ello el capitalismo no tendría dinámica y posibilidades de sustentarse. Fíjense que el espíritu emprendedor adolece de cierta racionalidad, es decir, tiene es sus entrañas una cuota de irracionalidad (espíritu animal/destrucción creadora), sin ella es difícil romper con los paradigmas existentes. Es la cuota de sana locura, irreverencia, osadía.
Argentina rankea en niveles interesantes en cuanto a emprendedorismo. Según un estudio de 2010 llamado Emprendedorismo Global y los Estados Unidos, en el indicador que allí se elabora Argentina aparece en el puesto 36 dentro de 71 países relevados. En otro caso, como es el indicador que elabora el GEM (Global Entrepreneurship Monitor) Argentina muestra un muy buen desempeño emprendedor durante los últimos años.
Argentina también refleja una alta proporción de cuentapropistas, al revés que en otros países más desarrollados, la gente que trabaja en empresas en la Argentina es menor en proporción a la que tiene su propio negocio, en razón de 25-75%. Esto evidencia nuestro carácter de sobrevivientes de innumerables crisis económicas que provocaron fuertes cierres de empresas y la necesidad de crear nuestro propio destino. Asimismo, el carácter de pioneros de nuestros abuelos y bisabuelos habrá forjado una cultura del hacer por cuenta propia, que evidencia la necesidad de cierta independencia económica y de decisiones.
Los emprendedores identifican diversos obstáculos para iniciarse en Argentina, de los cuales se destacan: la escasez de financiamiento, la burocracia para formar una empresa y administrarla (legales, etc), los vaivenes del mercado local, entre otros.
A continuación mencionamos cinco aspectos significativos y muchas veces definitorios del éxito de los proyectos, para tener en cuenta a la hora de emprender:
Nuestro sistema educativo nos habla poco de oportunidades y riesgos. Las herramientas de gestión con las que se inicia un proceso de emprender son generalmente escasas. Capacitarse, formarse para emprender es esencial para saber hacer teniendo una mejor valoración y manejo de situaciones. una mejor valoración y manejo de situaciones. Sin líderes no hay emprendimientos, no hay empresa. El primer paso del liderazgo es liderarse uno mismo. Además, los seguidores están cada vez más exigentes con sus líderes, quieren mejores líderes, tienen nuevas demandas y no avalan esquemas arcaicos. Inspirar, compartir, escuchar, comunicar, delegar son comportamientos que forman el “deber ser” de un líder emprendedor de nuestro siglo. El mercado local tiene que ser la palanca de nuestro proyecto, pero no tiene que ser el único destinatario. Tenemos que poder pensar en llegar a otros mercados en algún momento. Hoy día hay suficiente información gratuita disponible para tener una aproximación básica de cuál es el estado del arte, las tendencias y las oportunidades del negocio que decidimos emprender en el mundo. Pensemos en tener liderazgo, en desarrollar cosas nuevas para el mundo, este es el pensamiento que predomina nuestros días, tiene que ser significativo para nosotros. Un emprendedor que no piense en innovar desde el comienzo, aunque el inicio del proyecto no realice innovaciones significativas al negocio, producto o proceso, podría tener fecha de caducidad más temprana que aquel que si lo haga. “Innovar es romper huevos”, sugiere Rodolfo Carpentier. El mismo asegura que esta todo por hacerse, solo hemos conseguido el 3% de todo lo que se inventará en el siglo 21. Un emprendedor de nuestra era tiene que pensar en eso, en romper huevos, en cambiar el estado de las cosas, en desmenuzarlas, en repensar todo, en desatarse de todo lo instituido, liberarse de la presión de lo existente. La prosperidad vendrá de un crecimiento sostenido y sano sustentado por una buena estrategia de negocios. Quienes lideran son los impulsores de la función de crecer. Si no se ocupan por encontrar nuevos caminos para el emprendimiento, en generar, es muy difícil que lo haga un empleado. Para ello, hay que asignarle tiempo a pensar como crecer y diseñar el modo de que ese crecimiento pensado se transforme en realizado. Muchas veces pensamos que solo haciendo se crece. Pensar, diseñar, planificar el crecimiento es una forma útil y concreta para acortar y potenciar caminos. Les dejamos una frase inspiradora “Emprender es jugar con tu voluntad a hacer tu propia revolución”.
Seamos emprendedores, no es fácil, pero es posible!